Y entonces...
¿Entonces qué?
Ni yo misma sé lo que pasó. Lo único que recuerdo es que abrí los ojos y seguía oscuro. Pero era una oscuridad más nítida, ensombrecida. Me incorporé aún sangrando, aunque no sentía dolor. Pequeñas esferas de luz giraban a mi alrededor, iluminando mi rostro con una luz gélida. El suelo que pisaba era de un blanco brillante y rocoso. No me hacía falta respirar ¿Donde estaba?
Me había perdido, pero más perdido estaba mi yo. No sabía quien era, no me acordaba de nada.
A lo lejos ví un abujero enorme en el suelo. Me acerqué y miré en el.
Entonces pequeñas y afiladas flechas atravesaron mi cabeza sin cesar. Un punto de dolor apareció en mi mente. Ese dolor se hizo más grande a medida que pasaban los minutos hasta volverse insoportable.
No quería recordar... No...
Miles de recuerdos volvían a mí, como en una película. Me quedé tirada en el suelo tiritando, llorando, ahogandome en mi própio sueño.
Ahora ya sabía quien era, que hacía allí y porque me tiré al vacío sin pensarmelo.
Al mirar en el abujero ví la Tierra, y esa fué mi perdición.
Soy aquella diosa de la desesperanza, aquella que espera como una triste marioneta abandonada a que vuelvas a por mí.
Ese día no llega... Y ami corazón ya no le quedan fuerzas.
Seguiré esperandote desde el cielo.
Fin
5
de
Publicado por
Pangea
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