Mis pensamientos vagaban por la incertidumbre, sentía sus labios junto los míos. Me gustaba aspirar el aire que salía de su boca.
Me desperté de un golpe, me había quedado dormida. Eran las 9 de la noche. Como era invierno el cielo estaba completamente oscuro. Me gustaba la oscuridad, no porque fuera tenebrosa y me fuera el rol gótico, sinó más bien porque me tranquiliza y me hace pensar más adentro mío. Siempre me he considerado una chica mas bien melancólica aunque siempre estaba alegre, pero ultimamente el sentimiento de que me faltaba algo me hacía ver las cosas de una manera más pesimista. Hoy por ejemplo me había echo la enferma para irme a casa. Después de pensar esto último mi corazón comenzó a palpitar con más fuerza. Acababa de acordarme de lo sucedido en la enfermeria. Ahora mismo imaginaba perfectamente el rostro de él. Era un desconocido pero tenía la sensación de estar unida a él más allá de la unión física. Ni siquiera sabía lo que significaba estar unida de alguna manera a él, pero algo me decía que era verdadero, que no eran imaginaciones mias.
Entonces alguien llamó a la puerta, dí un respingo al estar sumida en mis pensamientos. Fuí hacia la puerta. ¿Quién sería a estas horas de la noche? Mi madre no llegaría hasta las 12 porque tenía una reunión importante. Ahora que lo pensaba, que raro que el individuo no haya picado el timbre de la calle. Alguien le habrá abierto o será publicidad y esas cosas.
Miré por la virilla de la puerta y mi corazón dió un vuelco. Él estaba delante de la puerta de mi piso... ¿Cómo era posible? Respiré profundamente para poder calmarme un poco, hice tripas corazón y abrí la puerta.
Sus ojos verdes automáticamente se vieron reflejados en los míos. Vaya, nada más abrir la puerta ya me había puesto roja, ¡buen comienzo Sara!
Sus ojos verdes automáticamente se vieron reflejados en los míos. Vaya, nada más abrir la puerta ya me había puesto roja, ¡buen comienzo Sara!

-Hola- me dijo, con un intento de sonrisa que no me pareció muy convincente. Llevaba el pelo negro cobrizo despeinado de tal manera que los mechones de pelo le tapaban las orejas y un poco los ojos.
Mi timidez solamente me permitió decirle:
-¿Qu--e haces tú aquí?- no me respondió en seguida, se quedó un rato pensativo y luego contestó:
-Sinceramente... No lo sé- ¿Cómo que no lo sabía? No entiendo nada- Sara, ¿No me recuerdas? Soy yo... Javi...
Ante el pronunciamiento de su nombre mi mente como si fuera un rayo de luz, pasó una imagen de él y yo en un parque tímidamente sentados en un banco. Estabamos muy cerca el uno del otro.
Al acabar mi mente de proyectar esa imagen, esta se esfumó.
Al acabar mi mente de proyectar esa imagen, esta se esfumó.
¿Cuándo fué eso? No recordaba ese momento y si lo hubiera vivido no creo que lo olbidara. No entendía nada, me sentía rara y un pequeño dolor en la cabeza me acechaba de repente.
-No sé de verdad si te conozco...- dudé al decirselo pero el dolor de cabeza se hizo más grande y dije lo primero que se me pasaba por la cabeza sin pensar, dejando la mente en blanco- Yo te quiero Javi, quiero volver al parque.
Al pronunciar mis últimas palabras tuve la sensación de que no era completamente yo quien las decía. Al oirlas él me estrechó fuertemente entre sus brazos, como si pensara que yo fuera a desaparecer. Y finalmente me susurró:
-Sara ven conmigo, por favor, no te rindas.
Tras escuchar su dulce voz todo se volvió blanco.
continuará...
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