Si pensaba que el día no podía irme peor, estaba absolutamente equibocada: he suspendido un examen de mates, Sergi sigue sin hablarme, y por si fuera poco recibo miradas indiscretas de las chicas "cool" de la clase. "deveria de haberme ido corriendo", el universo con total naturalidad sin que te miren con mala cara. Cuando la clase comenzó sentí un vacío existencial dentro mío, nunca antes lo había experimentado de esa manera y menos en clase de filosofía. Entonces me percaté que el pupitre que había delante del pupitre que tenía al lado estaba vacío. Que extraño, no recordaba quien se sentaba allí, ni tampoco echaba en falta a nadie de la clase. Una espécie de nostalgia se asomó por la ventana de mi corazón. No sabía que me producida ese sentimiento... Seguía con mis amigas, mi vida rutinaria, con mi família... Bueno, Sergi no me hablaba pero eso era algo completamente diferente, ¿Acaso me estaba volviendo loca? Espero que no.
La última hora de filosofía se me hizo inacabable, parecía que los minutos se transformaran en horas. Sentía que me faltaba algo, un trozo de mí, demasiado importante como para perderlo. Pero no sabía lo que era ¿Cómo podía haber olbidado algo tan importante?¿Y ´cómo sabía que lo había olbidado?. Me apreté con las manos la cabeza, intentando no pensar. Un pinchazón resonaba derrepente en el aire, y de pronto, todo dió vueltas, el aula perdía forma y los colores se mezclaban creando un paisaje psicodélico.
Escuché unas voces en la lejanía, tambié, ruidos constantes que parecían venir de fuera. Abrí los ojos a pesar de que me pesaran las pestañas. Me ví tumbada en una cama, encima de mí había un techo blanco, en él colgaba un fluorescente alargado que me hacía daño en los ojos. En frente, había una espécie de armario con herramientes médicas. A la derecha de mi camilla se hayaba un fregadero. Al saber donde estaba, me incorporé y me sent´a la cama. Me había desmayado. Quizás una subida o bajada de tensión. Hoy no era mi día. Ojalá no me hubiera despertado nunca, no sabía porque, pero notaba como si mi realidad no valiera nada. ¿Porque me sentía así?. Me levanté descompuesta por los mareos que derrepente me entraban. Abrí la ventana que había a la izquierda de mi cama para que me diera el aire. Miré el paisaje sin ningún punto fijo, para ir más allá de lo evidente. Entonces noté una cálida brisa que me quemaba las cervicales con afecto. Dí un giro rápido, y lo ví.
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Pangea
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