Subconsciente,,

Nunca sabemos lo que nuestro subconciente es capaz de expresar. Con él reflejamos verdaderamente lo que sentimos, hasta somos capaces de hacer cosas verdaderamente extraordinarias. Ahora quiero que os dejeis llebar por vuestros sentimientos más íntimos. Quizás algunos os hagan sentir un gran deleite, otros nada más que africción. incluso me atrevo a decir que hasta podríais experimentar la indiferencia. Todo depende de tu mente y de tu corazón ¿Crees que hay algo más ?

-Estás preciosa así- le susurró a su oído sordo- incluso así puedes hacer de tú cuerpo una obra de arte- sus ojos azules como el hielo recorrían con cada parpadeo todo su cuerpo. A su lado, en el acuoso suelo había un par de cigarrillos tirados fuera de su correspondiente paquete. Al verlos cojió el paquete y encendió uno, dejando abandonados a los dos del suelo. Inspiraba y expiraba pausadamente el humo de cada calada, notando como sus pulmones se abrían y cerraban en cada acto. Le gustaba esa sensación de calma, pero sobretodo le maravillaba quedar-se cautivado por la luz rojiza que dejaba el fuego de la boquilla. Podía estarse hora tras hora mirando como se consumía el cigarro, puesto que Adrián comparaba ese fenómeno con él mismo; su alma también se consumía cada segundo que pasaba, dejando de ella simples cenizas. Solamente quedaba sólida una vulgar colilla.
Aunque ahora Adrián no tenía tiempo para disfrutar de su pasatiempo favorito. Hoy era especial, tenía invitados. Ahí estaba ella, tendida en el suelo, mirándolo con sus ojos marrones inexpresivos. Él iba acercándose poco a poco a ella hasta sentarse a su lado. Se apoyó en la pared mugrienta y suspiró. No podía parar de mirarla, ella era la mujer que le había robado la locura. Era la responsable de que su desabrimiento se desvaneciera de su interior. Ella y solo ella tenía la culpa de sus actos porque sus ojos no podían dejar de mirarla, bueno, tampoco querían dejar de hacerlo. Adrián acabó obsesionado desde la primera vez que la vio. Por eso le resultó tan fácil saber que ella era la indicada. La había estado esperando durante tanto tiempo…
Entonces lágrimas cubrieron sus mejillas, como si resbalasen en toboganes de cristal.
-No me mires así, no fue mi culpa que me enamorara de ti- se acurrucó en si mismo. Apoyó su cabeza entre sus brazos- yo no fui el único aquí, tú misma me dijiste que me querías.
Al pronunciar sus palabras hubo un silencio espectral, demasiado sombrío para ser bonito y demasiado dulce para ser cuerdo.
-Me dijiste que me amarías para siempre, yo he cumplido tu deseo, ¿lo ves?- su voz irresistiblemente deleitosa resonó en el vacío. Alargó su mano para tocar el pelo de ella color azabache. Los movimientos de sus dedos eran como un pianista tocando el piano: delicados pero sutiles, ágiles aunque cautelosos. Adrián siempre le había encantado el tacto de ese pelo aterciopelado- yo soy tuyo, ya lo sabes. No puedo vivir sin ti. Y aún así tú… Querías abandonarme ¿Por qué Lucía? Si me amabas tanto, como es posible que buscarás redención de mí? Si tú eres la única que puede redimirme de mi mismo…
Al acabar su grito de desesperanza, Adrián recorrió cada parte del frió cuerpo desnudo de Lucía. Cuanto más lo tocaba más se conmovía por ello. La deseaba tanto que había perdido el poco juicio que le quedaba, su moral. Repentinamente sin darse cuenta estaba besándola.
-¿No te he dicho nunca que la sangre sobre tu cuerpo demacrado te hace más hermosa aún?- la elogió él, contemplándola como un pintor al inspirarse con su musa.
Al fin y al cabo simplemente se apartó y empezó a llorar como un niño pequeño al verse perdido.



continuará...

Ojalá supiera adelantar el tiempo para que las semanas y los meses pasaran en dos segundos. Me gustaría poder volar entre esas milésimas de segundo; tocar las nubes con las puntas de los pies mientras hago un ramo de estrellas para tí. Si pudiera pasearía por los jardines de la luna, donde la soledad es mucho más bella. Mi tristeza se calma con cada huella que dejo detrás. Siento que me estoy rejuveneciendo.

Quiero echar para atrás el tiempo, en aquella época donde las heridas se curaban con agua oxigenada, entretanto, pasaban los dias y cicatrizaban sin dejar marca. Ahora esas heridas dejan manchas que ni mi corazón, por mucho que se empeñe en bombear sangre una y otra vez, es incapaz de limpiarlas.

Y le pregunté a Luna, ¿Qué haces para brillar cada noche con más fuerza? ¿Cómo lo haces para iluminarme la mirada cada noche? ¿Será signo de tu tristeza cada luna nueva? ¿O quizás cada vez que te tapen las nuves? No me llores con esas lágrimas de llúvia tan dulces como los besos que nunca me dió Él.

Dame una razón para salir de mi enfermedad: ya no estoy segura si es locura o cordura. No sé porque siempre pensé que mí antídoto sería el amor, pero amor no pasa por mi ventana, prefirió irse a otras que estaban tapiadas. Yo lo espero todos los dias, impasible con la mirada perdida en mis pensamientos. Aunque por mucho esfuerzo que haga por permanecer sentada bajo la ventana no llega.

Creo que me estoy cansando de esperar. Mis párpados se empiezan a cerrar lentamente, las piernas se me entrelazan entre las sábanas mientras que mí pelo se acomoda en la almohada. Empiezo a notar que me duermo, me evado en mi edén de los sueños.

Creo que han valido la pena estos dos segundos

.
Cierro los ojos, veo un océano inmenso. No me lo pienso, me tiro de cabeza sin dudar. Por un momento me siento libre, capaz de hacer cualquier cosa que me proponga. Pero al impactar contra el agua me hundo. En unos segundos mi vida cambia conmigo. Todo es transparente y borroso. A medida que los minutos pasan veo la superficie cada vez más lejos. Intento tocar la luz del sol que me nubla la vista con las puntas de mis dedos. Lo intento aunque sé que es imposible. Me agito y sollozo entre lágrimas invisibles por el agua. No quiero tocar fondo, si lo hago no habrá manera de subir. Me impulso hacia arriba, aleteando los brazos y los pies coordinadamente. Al parecer el océano es más fuerte que yo y se resiste. Me envía corrientes de aguas implacables que me sumergen hasta el final. Se me altera el corazón por el miedo, todo se oscurece. Quiero desaparecer, ese es mi deseo.
El no deseado final ha llegado: toqué fondo. Mis pies se remueven entre la arena. Noto la arenilla escabulléndose por mis dedos. Observo el paisaje sintiéndome serena y a la vez indiferente. Más allá veo una bandada de peces que poco a poco se me van acercando. Ellos eran resplandecientes, nadaban todos juntos de manera sincronizada. Al pasar por mi lado parece ser que soy invisible, pues han pasado de largo sin ni siquiera mirarme. No me importa, al fina y al cabo son solo peces.
Me atrevo a dar un primer paso, eso me da el valor de andar sobre esta tierra incierta. Me da la sensación que en cualquier momento se me va a tragar sin dejar rastro, ni tan solo pedacitos de mi alma.
Sigo caminando sin rumbo fijo, voy entre corales brillantes y elegantes que danzan entre burbujas al ritmo del aleteo de los peces, entre otros tipos de animales marinos. Anduve lentamente intentando no llamarles la atención. Me siento deprimida, quiero llorar, pero el llorar me hace daño. No quiero cortarme con mis propias lágrimas, ¿O sí…? Me escuece el cuerpo y no creo que sea por la sal, seguramente será por las propias heridas que se están abriendo. Intento subir a la superficie por tal dolor que se acecha sobre mí . A medida que intento elevarme unas algas me atan el pie fuertemente. No me dejan salir. Pruebo de resistirme en vano, me tienen bien cogida. Me retuerzo mientras grito interiormente. Parece que nada sirve puesto que al estar en el agua y pérdida en el medio del océano nadie te escucha.
Pienso que me tendría que preocupar por mi respiración, quedarme sin oxigeno para poder vivir. Mentiría si dijera que me preocupa, ya que si dejo de respirar todo acabará, el dolor se destruirá conmigo y nadie me echará de menos.

¿Alguna vez habéis tenido la sensación de que tu vida ha sido un sueño? Yo si. En este momento me sentía así, debatiéndome entre dos mundos: el sueño o la realidad. Creo que me estoy volviendo loca, no se muy bien como explicarlo, puesto que esto es nuevo para mí.
Me encontraba en un espacio totalmente oscuro, no había nada, solamente negrura. Yo me situaba flotando por esa tenebrosidad sin forma. Era como si no tuviera cuerpo, ni piernas, ni brazos… Solo una masa amorfa que piensa todo el rato, no importaba el tiempo, ya que ahí las horas no pasaban puesto que no había nada.
De repente, como un destello de luz, apareció un remolino que lo inundaba todo con su resplandor. Mis pensamientos giraban y giraban en forma de espiral. Subían conmigo hacía aquel torbellino de gran luminiscencia. Al llegar a él mil imágenes se asomaban por mí conciencia, despertando en mí aquel vigor que necesitaba para ir más allá de esa luz. Empezaba a recordarlo todo: quien era yo, mi vida, mis amigos… Y como un colibrí que vuelve en primavera, ascendía hacia lo más alto, entre chispas de colores a mi alrededor. Poco a poco todo iba teniendo forma, hasta podía notarel tacto de un apretón de manos. Sonreí para dentro al ver que alguien me estaba esperando. No le haría esperar más…

-¡¡¡Sara, Sara!!! ¡Enfermera!

Oía esa voz que siempre me ponía los pelos de punta. ¡Cuánto echaba de menos esa voz! Mi boca reaccionó antes que pudiera pensar en hablar.
-Javi…- mi voz a penas era un susurro, incluso se podía confundir con el soplido del viento. Mi vista se acomodaba a la vida real. Y mi corazón volvió a latir con fuerza al ver al chico de pelo azabache con impresionantes ojos verdes del que estaba enamorada desde hace años. Le sonreí débilmente, no podía hacer más. Notaba que su mirada buscaba mis ojos, estos en ese momento no estarían bien ubicados. Pude ver en los ojos de Javi caer lágrimas. Me asusté un poco al vérselas. No sé donde saqué la fuerza para levantarme y abrazarle. No sabía que estaba pasando ni que hacíamos los dos allí pero me daba igual. Me sentía segura a su lado. En ese instante solamente me importaba aquel abrazo. Percibía las abundantes lágrimas de Javi en mi cuello.
-Sara… Has despertado…- me dijo como pudo, sus lágrimas le entorpecían a la hora de hablar- Tenía tanto miedo de perderte…
-No entiendo nada.. Ni siquiera sé porque estoy aquí- me sentí rara a la hora de hablar, como si hubiera pasado mucho tiempo desde la primera vez que hablé. Javi se apartó de mí y me miró (aún cojido a mi cintura). Todavía le caían lágrimas de los ojos.
-¿No recuerdas nada?- me preguntó, y yo cabeceé la cabeza como signo de negación- entonces… ¿No sabes que hace un mes que estas en este hospital en coma porque te atropeyó un coche?- al escuchar su dilucidación, me quede absorta. No recordaba nada de un accidente… Le miré con expresión preocupada, al verme así me acarició la mejilla.
-Pero no te preocupes, ya estas aquí sana y salva.- su tono de voz cambió, era más bien un murmullo. Reparé que en su mirada saltaba una espécie de chispa y supe sin hacer falta de palabras lo que significaba aquello. Yo también lo deseaba.
-Te he echado de menos- le cuchicheé. Repentinamente nos besamos, me pareció que hubiera pasado una eternidad desde la última vez que lo besé. Parecía tan desesperado como yo, porque sus brazos recorrian con pasión mi pelo y mi espalda. Entretanto yo agarraba su cara con mis manos y repentinamente le alborotaba su pelo. Se podría decir que todo era mecánico. Súbitamente se apartó y me miró. Se me hizó duro, quería seguir besandolo.
-Caundo tu estabas en coma, ¿No notaste algo? Algún sueño por ejemplo- me preguntó. Fue directamente al grano, como siempre.
-No… No recuerdo nada… Solamente negror y oscuridad. ¿Por qué me lo preguntas?- al decir esto me parató la mirada. Al ver su cara de extrañado le cojí de las manos y me las apretó con fuerza.
- La verdad es que… Esta última semana he soñado contigo y cada sueño que tenía encadenaba al otro. Además al día siguiente recordaba lo que había soñado y eso que yo nunca me acuerdo.- de repente volvió la cabeza hacía mí- en mis sueños tú me querías a pesar de no acordarte de mí.
Me quedé pretificada. No sabía que decirle. Hubo un silencio un tanto incómodo entre los dos. Supongo que esperaba que le dijera algo, así que pensé bien antes de hablar.
- Sabes, no me acuerdo de nada, pero, quien sabe si nos emos comunicado o no… Quiero pensar que si, sería muy bonito, aunque los dos sabemos que siempre tendremos esa incertidumbre rondando por la cabeza. No quiero comerme la olla con esto. Solo me importa estar aquí contigo, recordarte y poder sentirte, olerte,tocarte… Eso es lo más importante. Me alegra pensar que te quería a pesar de no recordarte- al acabar, le sonreí y él me devolvió la sonrisa. Entonces sin decir nada me atrajó hacía él y me besó. Quería que me siguiera besando para siempre recordandolo o no.


Mia, dime donde estás
no me hagas más llorar
no me incites para estender mis alas
y así no poder volar.

Me recuerdas a una bella flor
con espinas en el interior
donde la calma de tu cara
impasible hablará.

Y sabes que no es así
no hay motivos para dejar de vivir,
el viento te delata
mientras tu cantas tu própia serenata.

Mia, mujer de triste dolor
lo guardó en un cajón
y lo perdió
en el fondo de su corazón.

Sus lágrimas son mis cicatrices
que me acechan como la lujuría,
Lujuría el sonido de su voz
que tiembla por cada contracción.

Mentiras solamente me hace creer
mientras el polvo cae sobre mis pies
en este momento quiero desaparecer
y dejar tras de mí un camino de girasoles.

Me acuna por la noche en su soledad,
ella mira con toda frialdad
acaba enjaulandome en su prisión
aquella me hiere y me deja sin respiración.

Miles de espejos se caen sobre mí,
desgarrandome la piel,
pasandome el sabor de su hiel.

Mía, pequeña soñadora
de ideología una aurora
que se ha vuelto atardecer...





Dejo reencuentro en el cajón porque no estoy con ánimos como para acabar con esa clase de final.

pero el final llegará pronto.

Mis pensamientos vagaban por la incertidumbre, sentía sus labios junto los míos. Me gustaba aspirar el aire que salía de su boca.


Me desperté de un golpe, me había quedado dormida. Eran las 9 de la noche. Como era invierno el cielo estaba completamente oscuro. Me gustaba la oscuridad, no porque fuera tenebrosa y me fuera el rol gótico, sinó más bien porque me tranquiliza y me hace pensar más adentro mío. Siempre me he considerado una chica mas bien melancólica aunque siempre estaba alegre, pero ultimamente el sentimiento de que me faltaba algo me hacía ver las cosas de una manera más pesimista. Hoy por ejemplo me había echo la enferma para irme a casa. Después de pensar esto último mi corazón comenzó a palpitar con más fuerza. Acababa de acordarme de lo sucedido en la enfermeria. Ahora mismo imaginaba perfectamente el rostro de él. Era un desconocido pero tenía la sensación de estar unida a él más allá de la unión física. Ni siquiera sabía lo que significaba estar unida de alguna manera a él, pero algo me decía que era verdadero, que no eran imaginaciones mias.
Entonces alguien llamó a la puerta, dí un respingo al estar sumida en mis pensamientos. Fuí hacia la puerta. ¿Quién sería a estas horas de la noche? Mi madre no llegaría hasta las 12 porque tenía una reunión importante. Ahora que lo pensaba, que raro que el individuo no haya picado el timbre de la calle. Alguien le habrá abierto o será publicidad y esas cosas.

Miré por la virilla de la puerta y mi corazón dió un vuelco. Él estaba delante de la puerta de mi piso... ¿Cómo era posible? Respiré profundamente para poder calmarme un poco, hice tripas corazón y abrí la puerta.
Sus ojos verdes automáticamente se vieron reflejados en los míos. Vaya, nada más abrir la puerta ya me había puesto roja, ¡buen comienzo Sara!
-Hola- me dijo, con un intento de sonrisa que no me pareció muy convincente. Llevaba el pelo negro cobrizo despeinado de tal manera que los mechones de pelo le tapaban las orejas y un poco los ojos.
Mi timidez solamente me permitió decirle:
-¿Qu--e haces tú aquí?- no me respondió en seguida, se quedó un rato pensativo y luego contestó:
-Sinceramente... No lo sé- ¿Cómo que no lo sabía? No entiendo nada- Sara, ¿No me recuerdas? Soy yo... Javi...
Ante el pronunciamiento de su nombre mi mente como si fuera un rayo de luz, pasó una imagen de él y yo en un parque tímidamente sentados en un banco. Estabamos muy cerca el uno del otro.
Al acabar mi mente de proyectar esa imagen, esta se esfumó.
¿Cuándo fué eso? No recordaba ese momento y si lo hubiera vivido no creo que lo olbidara. No entendía nada, me sentía rara y un pequeño dolor en la cabeza me acechaba de repente.
-No sé de verdad si te conozco...- dudé al decirselo pero el dolor de cabeza se hizo más grande y dije lo primero que se me pasaba por la cabeza sin pensar, dejando la mente en blanco- Yo te quiero Javi, quiero volver al parque.
Al pronunciar mis últimas palabras tuve la sensación de que no era completamente yo quien las decía. Al oirlas él me estrechó fuertemente entre sus brazos, como si pensara que yo fuera a desaparecer. Y finalmente me susurró:
-Sara ven conmigo, por favor, no te rindas.
Tras escuchar su dulce voz todo se volvió blanco.


continuará...

Volví a casa casi de inmediato: le dije a mi tutor que aún me encontraba mal y me envió rápidamente a casa con el permiso de mis padres. Sinceramente no me encontraba del todo mal, no mentí, simplemente exageré.

Al llegar a casa dejé la mochila en mi cuarto y de un salto me tumbé en la cama.

Suspiré.

Me faltaba algo, notaba que no era un simple algo, era importante, lo necesitaba. Pero... ¿Qué era?

Volví a marearme, no veía con claridad los muebles de mi habitación. Cerré los ojos con intención de que se me pasase. Otra vez el vacío de esta mañana... Pero esta vez más fuerte. Intenté pensar en otra cosa, pero me dí cuenta de que mis recuerdos estaban borrosos. No le dí importáncia.

Acto seguido de adentrarme en mis pensamientos me acurruqué en mi misma mordiendome el labio.

En mis pensamientos se dibujaba el rostro de él, tan claro y preciso que por un momento creí que estaba ahí. Sus ojos verdes brillaban como la luz del sol mientras una cálida brisa me ruborizaba todo el cuerpo. Noté que mis mejillas ardían.

Volví a suspirar.

Era la primera vez que veía a ese chico, aunque tenía la sensación de que él había estado dentro e mis pensamientos. Tenía miedo, no lo conocía de nada y ya pensaba en él e incluso se me hacía casi imposible no pensar.

Todo había sido tan efímero... Quería volverlo a ver de la manera que fuese.

Un dulce escalofrío en mi nuca hizó que me revolviera entre mis sabanas.

Ahora si que el mareo había cesado.

Un chico moreno de ojos grandes de un verde claro estaba en frente mío mirandome con una mirada perdida. Sentí que mi corazón latía algo más de prisa que mi ritmo cardíaco habitual. Él no apartaba la mirada de mis ojos marrones y eso me incomodaba, en una situación normal hubiera apartado la mirada una y otra vez. El caso era que no podía apartarme de ellos, eran tan profundos... Tenian algo que me hipnotizaban. De repente el dió un paso hacia mí dubitativo y mi cuerpo reaccionó sobresaltandose. "no te acerques" pensé "si te acercas explotaré" pero no me salian las palabras, mi garganta se había resecado.

Siguió acercandose a mí hasta estar demasiado cerca. Entonces me estampo dulcemente contra la paret blanca de al lado de la ventana y su mano derecha la dejó apoyada en la paret, muy cerca de mi cara. Ssus ojos verdes, emitieron una espécie de destello un tanto familiar.

- Puedo tocarte- se limitó a decir nostálgicamente mientras con la mano que le quedaba libre acariciaba mis cabellos lisos. El fuego que sentía ardía con tanta intensidad que me dolía. El tacto de sus manos en mi pelo me irgió en un pequeño coquilleo en mi vientre como si fuera un tornado que arrasaba todo mi estómago. Con sus ojos aún fijos en mí, me acarció la nuca, hasta llegar a mi cara. Yo seguía sin poder hablar mientras él recorria con sus dedos todas las partes de mí cara: Rozó mis mejillas, mis ojos, mí nariz... Llegó a mis labios y los recorrio lentamente con un dedo. Primero el labio superior, después el inferior... Y sin darme cuenta tenía su cara rozando la mía, tanto que podía notar su respiración. Me parece que nunca he estado tan cerca de una persona. Bajé la mirada hasta encontrarme con sus labios, tan cerca de los mios que si se llegaba a mover un milímetro se rozarían. Su dedo aún jugueteaba con mis labios sin dejar de mirarme, eso me puso más nerviosa, seguramente estaría rojísima. Apenas podía respirar.

-Sara...- Pronunció mi nombre con una espécie de cariño que no pude evitar suspirar, el vacío y la sensación de echar en falta algo habían desaparecido desde el momento en que lo ví- ¿estoy soñando verdad?- su voz sonaba melancólica.
-A--qu--e te ref--ieres?- dije entrecortadamente ¿De dónde había sacado las fuerzas para hablar?
-Estoy soñando?- volvió a repetir.
¿Quién eres? ¿Cómo sabes mi nombre? ¿Te conozo? ¿Porque tengo la sensación de que no eres un extraño para mí? ¿Que son todas estas emociones?
Mi mente era una espiral de incertidumbre, tenía la intuición de que había algo que estaba pasando por alto. La questión era que solo era una intuición.

Como una bala se apató de mi con brusquedad. Me pareció ver que sus ojos se humedecian aunque no estaba segura.

-Es un sueño verdad? Lo sabía...
-¡No te entiendo!- No sé porque subí mi tono de voz, no era esa mi intención. Quizás el no saber y todas las emociones que me aniquilaban por completo habñian podido conmigo de tal manera que no me dejaban pensar con claridad.
Él se me quedó mirando y apartó la vista con agresividad. Creo que estaba apunto de llorar.

Entonces la puerta de la infermería se abrió y el automáticamente salió corriendo. La infermera entró.

-¿Cómo se encuentra?- me preguntó con cara de aburrimiento.
-Bien- Aún no tenia fuerzas como para hablar- Para.. donde ha ido el chico que acaba de salir corriendo de aquí?
-¿Qué chico?- me miró extrañada. No podía ser que no lo hubira visto, ¡Era imposible!
-Nada, nada, olbídelo- Salí de la habitación tambaleandome, me costaba hasta caminar con cordura. Seguramente la infermera pensaría que estaba loca o esque aún estaba grogui del desmallo.

Como dije esta mañana hoy era un día muy extraño, gris, melancólico. Pero lo más extraño son los latídos de mí corazón.

Si pensaba que el día no podía irme peor, estaba absolutamente equibocada: he suspendido un examen de mates, Sergi sigue sin hablarme, y por si fuera poco recibo miradas indiscretas de las chicas "cool" de la clase. "deveria de haberme ido corriendo" Pensé "ojalá existiera un lugar en el que pueda soñar tranquila, donde no diera miedo ser tu mismo...", y aquí acabo mi reflexión cuando entró la profesora de filosofia en clase. Era mi asignatura favorita, podia pensar en la vida, el mundo, el universo con total naturalidad sin que te miren con mala cara. Cuando la clase comenzó sentí un vacío existencial dentro mío, nunca antes lo había experimentado de esa manera y menos en clase de filosofía. Entonces me percaté que el pupitre que había delante del pupitre que tenía al lado estaba vacío. Que extraño, no recordaba quien se sentaba allí, ni tampoco echaba en falta a nadie de la clase. Una espécie de nostalgia se asomó por la ventana de mi corazón. No sabía que me producida ese sentimiento... Seguía con mis amigas, mi vida rutinaria, con mi família... Bueno, Sergi no me hablaba pero eso era algo completamente diferente, ¿Acaso me estaba volviendo loca? Espero que no.


La última hora de filosofía se me hizo inacabable, parecía que los minutos se transformaran en horas. Sentía que me faltaba algo, un trozo de mí, demasiado importante como para perderlo. Pero no sabía lo que era ¿Cómo podía haber olbidado algo tan importante?¿Y ´cómo sabía que lo había olbidado?. Me apreté con las manos la cabeza, intentando no pensar. Un pinchazón resonaba derrepente en el aire, y de pronto, todo dió vueltas, el aula perdía forma y los colores se mezclaban creando un paisaje psicodélico.


Escuché unas voces en la lejanía, tambié, ruidos constantes que parecían venir de fuera. Abrí los ojos a pesar de que me pesaran las pestañas. Me ví tumbada en una cama, encima de mí había un techo blanco, en él colgaba un fluorescente alargado que me hacía daño en los ojos. En frente, había una espécie de armario con herramientes médicas. A la derecha de mi camilla se hayaba un fregadero. Al saber donde estaba, me incorporé y me sent´a la cama. Me había desmayado. Quizás una subida o bajada de tensión. Hoy no era mi día. Ojalá no me hubiera despertado nunca, no sabía porque, pero notaba como si mi realidad no valiera nada. ¿Porque me sentía así?. Me levanté descompuesta por los mareos que derrepente me entraban. Abrí la ventana que había a la izquierda de mi cama para que me diera el aire. Miré el paisaje sin ningún punto fijo, para ir más allá de lo evidente. Entonces noté una cálida brisa que me quemaba las cervicales con afecto. Dí un giro rápido, y lo ví.

Subconsciente para todos los idiomas!

Datos personales

Mi foto
¿Una mente? ¿Un cuerpo físico? ¿Algo ficticio? ¿Real? ¿O simplemente una vida más?

Algo que tener en cuenta

Encontré una piedra por el camino, la cojí y me la quedé mirando.
-¿ Y tu que miras?- Me preguntó ella.
-Nada.- Le respondí yo.
Estuvimos un rato en silencio. Sin decir nada. Solo observandonos. ¿Que tenía aquella piedra que no tenían las demás? ¿Porque me había molestado en cojerla? No sabía ni las respuestas a tantas preguntas. Era extraña la situación. Pero me sentía muy cómoda. Entonces empecé a seguir mi camino con la piedra en mi mano.


La verdadera amistad aparece en nuestro camino, la acojemos sin saber porque y al final seguimos caminando juntos.

si la vida no te sonríe regalale la mejor de tus sonrisas
Ya sé que la vida no es un camino de rosas, me atrevo a corroborar que es un camino lleno de piedras, barrancos, tierra en charcada y mucho polvo. Pero para seros sincera si no hubiera ese tipo de entrebancos en el camino la vida no tendría sentido. Decirme entonces ¿Como podriamos valorar tanto la felicidad y los pequeños momentos en que eres realmente feliz? Mentiría si dijera que no me importa tener obstáculos en mi vida, pero sé que de cada uno de ellos aprendo algo, aunque sean pequeñas enseñanzas que con el tiempo te das cuenta que te sirven de alguna manera. Supongo que eso es la maduración de cada persona, según como te tomes los malos momentos y la malícia superada. Por eso me gustan los retos, el afán de superación, la constancia en hacer las cosas muy a pesar de que requieran mucho esfuerzo consumiendo mucho de tu tiempo. Suerte que después de el huracán viene la calma, quizás para cada persona el destino le impone una calma más efímera o más dudarera, pero sé con certeza que momentos alegres y felices los tiene hasta la persona más pobre del mundo. Así que, quiero que mis preocupaciones se vayan con la ventisca de una carcajada mía, porque no hay nada más poderoso para ayuentarlos que una buena sonrisa.

se fiel a lo que sientes y muestrate tal como te sientes de verdad

Aprendemos de los grandes

  • Romeo y Julieta- Sheakespiere
  • El cuaderno de Noah- Nicolas Sports
  • Cualquier poema de Mario Benedetti
  • Un mundo feliz- Aldous Huxley
  • dos velas para el diablo. Laura Gallego
  • memorias de idhun-laura gallego

Anochece... Y yo me pregunto...

Anochece... Y yo me pregunto...
¿Dónde está el castillo perdido donde encerré mis sueños una vez?

Agradecimientos,,